¿DESPUÉS DE FIDEL, QUÉ VIENE?

Por: Vicente Manuel Prieto Rodríguez

Alguien muy cercano me pidió que escribiera sobre Fidel, desde el sábado, y no pude.
Mi homenaje es interior, en las ideas, en los principios. Pero una pregunta me ha hecho reflexionar y decidirme a plasmar mis impresiones, extraídas de la experiencia personal y de mi condición de cubano, nacido, educado y formado en la revolución: ¿Qué pasará en Cuba después de la partida de Fidel?

Podría decirse que es pronóstico reservado, pero no es así. Porque Fidel, visionario y previsor como siempre, preparó a los cubanos para que no perdamos el rumbo ni nos dejemos desordenar  el día en que faltara su presencia física.  Preparó al pueblo para Hoy  y Cuba sigue siendo la sociedad ordenada y segura que ha sido y continuará siendo sin Fidel. Para ese propósito el Comandante en Jefe dejó sus cargos desde el 2006 y el mismo  Raúl Castro anunció que también “entregará la espada” a los más jóvenes en el 2018, demostrando que no hay ningún ansia de perpetuidad personal en el poder y que Cuba está preparada para continuar la senda socialista.

Por lo pronto hay que analizar el legado, lo que significó para Cuba el líder innegable de unas cuantas generaciones y comprender que la mayor parte de los cubanos que viven en la isla, quienes han sufrido los embates de la economía bloqueada, los ataques a la producción a través de infiltraciones provenientes de sectores ultra reaccionarios provenientes del norte y financiados por el Departamento de Estado gringo, saben muy bien que Fidel Castro no es responsable de los males en el país, sino que lo reconocen como el hombre que les enseñó a resistir, el que se opuso y quebró aquella teoría del “Fin de la Historia”, y mantuvo a Cuba independiente  y victoriosa a pesar de la asfixia criminal a la que fue sometido su pueblo en el Período Especial de los años 90, del cual aún no se recupera la isla.

“Fidel nos hizo más dignos ante el mundo en aquellos años en que Cuba mantuvo sola su bandera de dignidad y no fue rendida por hambre por el Imperio y su coalición de buitres carroñeros que nos velaban para cuando nos hicieran cadáveres“, manifestó Rosy, una cubana que no pudo seguir hablando, por la emoción.

“Fidel, lo sabemos los cubanos patriotas que somos la gran mayoría de dentro y fuera de la Isla,  nos  dio dignidad, educación, salud y soberanía al pueblo de Cuba, y estamos dispuestos a defender esos valores y logros, a  no vendernos ni dejarnos amedrentar por ese ignorante e inmoral, que en enero próximo pastará en los jardines de la Casa Blanca”, dijo Camilo, otro habitante cubano, en referencia a las declaraciones del recién electo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respecto a su política futura hacia Cuba.

Con una alegría infundada, ciertos sectores se han apurado a celebrar la partida física del invicto  líder revolucionario.  Irracional manera de mostrar la inhumanidad que corroe sus intenciones y el miedo visceral hacia el gigante que no pudieron derrotar en vida, aun cuando estando anciano y enfermo se retiró del poder efectivo, para asumir una especie de guía ideológica mucho más trascendental que el simple enfrentamiento a la potencia imperialista yanqui, cuyas amenazas manejaba a la perfección y como ningún otro; pero esta vez estaba enfermo y requería trabajar aprisa en la estrategia de los nuevos tiempos y en dejar al relevo preparado y listo, antes de su partida a la inmortalidad. En eso también Fidel cumplió.

Creen aquellos sectores retrógrados, y así lo han manifestado algunos ilusos voceros de los intereses imperiales, que con el fallecimiento de Fidel la Revolución se acaba. Lo mismo pensaron y aclamaron cuando el muro de Berlín fue derribado y desapareció la polaridad equilibrada que confería al mundo la existencia de un campo socialista. Al igual que en aquella época de los ’90, sus sueños no se convertirán en realidad.

Lo primero que se debe entender es la firmeza ideológica del pueblo cubano, que conoce bien de dónde le vienen los golpes y no se ilusiona mucho con esas promesas de acercamiento condicionadas a perder soberanía e independencia. Mucho menos soportarán los cubanos, dadas sus convicciones y principios, las torpes declaraciones del próximo inquilino de la Casa Blanca, que contrasta ostensiblemente con la astucia y valentía que mostró el saliente Obama.

El pueblo cubano anhela una economía más firme, más acorde a los tiempos actuales y con menos privaciones, aunque a pesar de las carencias no se han eliminado los beneficios sociales que asisten a cada cubano y que hacen de la isla un ejemplo mundial de equidad y justicia, donde los niños no se ven obligados a trabajar y la pobreza extrema no existe como fenómeno. Eso es obra de Fidel y los cubanos lo saben. Queremos sí, complementar nuestra economía con la de EE.UU. y posiblemente se consiga, a pesar de las declaraciones de Trump, dada la racionalidad y pragmatismo del sector empresarial rural estadounidense, que votó por el candidato republicano  y le dieron la victoria; esos emprendedores ganaderos-agricultores, productores de carne, leche, pollo, granos y cereales, con quienes Cuba se entiende muy bien, porque ellos saben que la isla es un buen mercado muy cercano y para nada es una amenaza para la seguridad de Norteamérica.  

Los logros de la Revolución liderada por Fidel son innegables y nadie podrá ocultarlos. Los colaboradores cubanos, que han vivido otras realidades lo saben y quienes han viajado el mundo por uno u otro motivo, también, a pesar de los intentos de algunos inconformes y enemigos ideológicos, de ocultar las verdades.

Sí habrá cambios en Cuba, de hecho la transformación ya se está abriendo camino desde hace varios años, pero no es un tránsito de regreso al capitalismo salvaje o al neoliberalismo radical. Se trata de un proceso de reacomodo a las actuales circunstancias internacionales a las cuales no se puede estar ajeno, la Actualización de una economía y sociedad socialista. Por ello es el clamor para que de una vez se levante el genocida bloqueo económico y comercial, que ha causado pérdidas multimillonarias a Cuba y ha condenado a la carencia, enfermedades y hasta muertes al pueblo cubano.  Tampoco es cuestión de mutar en pocos días.

No hay que hacerse  ilusiones con la pérdida física del Comandante invicto Fidel Castro. Cuba no será otro Puerto Rico. Un futuro como el de Argentina o Brasil no lo quieren los cubanos, los que viven allí, los que sufren en carne viva el bloqueo. Los cubanos están conscientes de que deben  aprender a trabajar  ya no bajo la sombra del Estado, pero sí protegidos por éste, como siempre ha sido. Las privatizaciones no llegarán en masa, ni los recursos naturales serán rentados o vendidos a intereses foráneos. No es esa la visión futura de Cuba que tienen los cubanos. Los logros sociales y políticos no van a ser negociados, porque por más que las oligarquías mediáticas los oculten, es una realidad que Cuba ha logrado tantas y tan grandes cosas en el sistema social que abandonarlos ahora sería una locura y un suicidio como pueblo.

En resumen, lo que pasará en Cuba en una era post-Fidel solo lo pueden decidir los cubanos de la isla. No es esperable un cambio radical de principios y valores inculcados durante más de cien años de lucha y 57 de Revolución activa. Se nos fue Fidel, pero dejó un sistema social de equidad y justicia, ideado y llevado a la práctica por una generación de patriotas nucleados y resumidos en la figura del Comandante en Jefe, y queda mucho camino por recorrer en busca de un país que se desarrolle, que mejore en su economía, pero sin ceder a los caprichos foráneos de dominación y sin renunciar a los principios éticos que practican desde la guerra por la liberación nacional.

Fidel dejó de estar físicamente en Cuba, pero sigue su obra en la Revolución y en nosotros los patriotas cubanos que aprendimos todo lo bueno de nuestro Comandante en Jefe  Fidel. 

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