Por: Carlos Sexto
Anda
Henrique Capriles de aquí para allá, con su morral de lamentaciones al
hombro buscando oídos receptivos y corazones blandos que le apoyen. ¿En
qué quiere apoyo el infeliz Henrique Capriles? Claramente está buscando
una implicación tácita de ciertos gobiernos y personajes en una futura
acción desestabilizadora y golpista contra el Gobierno electo de
Venezuela, en la persona de Nicolás Maduro.
No obstante sus objetivos no se han visto cumplidos y el gasto económico de tanto viaje no acaba de justificarse. En Colombia logró que Juan Manuel Santos lo recibiera con bombos y platillos, era lógico, teniendo en cuenta que los gobiernos de Venezuela y el país cafetero no son precisamente amigos. Pero otra cosa sonó en Chile y Perú, donde los desaires presidenciales superaron las expectativas del público y Capriles tuvo que contentarse con hacer turismo y dar algunas declaraciones a los pocos medios de comunicación que le prestaron atención.
Ahora apunta su ojo hacia Bolivia, país amigo de la Venezuela de Chávez, donde espera reunirse con Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz y connotado golpista contra el Presidente Evo Morales.
Rubén Costas no es harina de otro costal, más bien es un grano de harina idéntico al fascista venezolano que pisará suelo cruceño uno de estos días. Costas ha sido sindicado y procesado legalmente en Bolivia por diversos hechos que generaron violencia y muertes en el país, como aquel golpe cívico empresarial que orquestó la derecha oligárquica boliviana desde los territorios de la llamada “Media Luna”: Santa Cruz, Beni y Pando; también tiene juicios pendientes por corrupción y difamaciones contra las máximas autoridades del país.
Costas está tan mal visto tanto por los revolucionarios bolivianos, como por la propia oposición, a tal punto que otro personaje opuesto a Evo Morales y que está perfilándose para la Presidencia del país andino en las próximas elecciones de 2014, Adrián Oliva, senador por la sigla de “Convergencia Nacional”, ha declinado la opción de ir a las elecciones en un frente único con el partido de Costas, lo cual ha sido rechazado además por otras organizaciones políticas de la oposición boliviana. Oliva y su partido no quieren de aliados ni a Rubén Costas ni a Samuel Doria Medina. ¿Será casualidad?
Lo anterior demuestra que la derecha oligárquica boliviana no será capaz de unirse, ni siquiera contra su enemigo común y natural: el Movimiento al Socialismo, liderado por el Presidente Evo Morales Ayma.
En este contexto llega Capriles a Bolivia. Primariamente se reuniría con Costas para cocinar sus mutuos intentos desestabilizadores y golpistas, porque ninguno de los dos tiene posibilidades de ganar democráticamente las elecciones en sus respectivos países. Pero no se descarta que Henrique Capriles se reúna también con personajes como Adrián Oliva, quien tiene fuertes vínculos con el gobierno de los Estados Unidos, la derecha y la contrarrevolución internacional.
Capriles no entiende lo que está pasando. Ahora mismo, en Cochabamba, se está efectuando un Encuentro Internacional contra el Imperialismo y el menaje está muy claro: no más injerencia, no más genuflexión, llegó la hora de los pueblos y los pueblos latinoamericanos la van a aprovechar.
No obstante sus objetivos no se han visto cumplidos y el gasto económico de tanto viaje no acaba de justificarse. En Colombia logró que Juan Manuel Santos lo recibiera con bombos y platillos, era lógico, teniendo en cuenta que los gobiernos de Venezuela y el país cafetero no son precisamente amigos. Pero otra cosa sonó en Chile y Perú, donde los desaires presidenciales superaron las expectativas del público y Capriles tuvo que contentarse con hacer turismo y dar algunas declaraciones a los pocos medios de comunicación que le prestaron atención.
Ahora apunta su ojo hacia Bolivia, país amigo de la Venezuela de Chávez, donde espera reunirse con Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz y connotado golpista contra el Presidente Evo Morales.
Rubén Costas no es harina de otro costal, más bien es un grano de harina idéntico al fascista venezolano que pisará suelo cruceño uno de estos días. Costas ha sido sindicado y procesado legalmente en Bolivia por diversos hechos que generaron violencia y muertes en el país, como aquel golpe cívico empresarial que orquestó la derecha oligárquica boliviana desde los territorios de la llamada “Media Luna”: Santa Cruz, Beni y Pando; también tiene juicios pendientes por corrupción y difamaciones contra las máximas autoridades del país.
Costas está tan mal visto tanto por los revolucionarios bolivianos, como por la propia oposición, a tal punto que otro personaje opuesto a Evo Morales y que está perfilándose para la Presidencia del país andino en las próximas elecciones de 2014, Adrián Oliva, senador por la sigla de “Convergencia Nacional”, ha declinado la opción de ir a las elecciones en un frente único con el partido de Costas, lo cual ha sido rechazado además por otras organizaciones políticas de la oposición boliviana. Oliva y su partido no quieren de aliados ni a Rubén Costas ni a Samuel Doria Medina. ¿Será casualidad?
Lo anterior demuestra que la derecha oligárquica boliviana no será capaz de unirse, ni siquiera contra su enemigo común y natural: el Movimiento al Socialismo, liderado por el Presidente Evo Morales Ayma.
En este contexto llega Capriles a Bolivia. Primariamente se reuniría con Costas para cocinar sus mutuos intentos desestabilizadores y golpistas, porque ninguno de los dos tiene posibilidades de ganar democráticamente las elecciones en sus respectivos países. Pero no se descarta que Henrique Capriles se reúna también con personajes como Adrián Oliva, quien tiene fuertes vínculos con el gobierno de los Estados Unidos, la derecha y la contrarrevolución internacional.
Capriles no entiende lo que está pasando. Ahora mismo, en Cochabamba, se está efectuando un Encuentro Internacional contra el Imperialismo y el menaje está muy claro: no más injerencia, no más genuflexión, llegó la hora de los pueblos y los pueblos latinoamericanos la van a aprovechar.
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