Muchas veces me preguntan “¿Por
qué no traes a tus hijos a vivir contigo en Bolivia?”. Y mi respuesta,
invariablemente, es que mis amados niños están muy bien en Cuba, porque allá
gozan de una protección que no he visto en los otros países donde he estado.
Esos casos de violencia contra infantes, de secuestros, desapariciones, trata y
tráfico de menores, que por estos lares son noticia de cada día, no suceden en
mi país de origen.
No vas a ver en Cuba niños
lustrando zapatos en la calle, ni subiendo a las movilidades para cantar a
cambio de monedas o pedir limosnas. No vas a ver niños o niñas huyendo de sus
casas porque es insostenible su situación, ni dejando la escuela para “emigrar”
voluntaria o forzadamente hacia otras naciones cercanas, para vender barata su
poca fuerza de trabajo o prostituirse. No,
eso no se da en Cuba.
Las leyes cubanas y los
organismos que hacen cumplir esas leyes, tienen una misión muy clara que no se
deja pasar por alto: proteger la infancia. Por eso se practica en el país la
cero tolerancia ante cualquier tipo de violencia o abuso contra la niñez.
Ahí se inmiscuyen distintas instituciones,
como la educativa, la policía, los organismos jurídicos… en fin, el Estado,
como principal promovedor del bienestar, salud y educación de los menores.
En el sentido estrictamente
legal, existen los códigos de Familia, de la Niñez y la Juventud y un Decreto
sobre la Adopción, los cuales expresan claramente las responsabilidades de
quienes incurran en violaciones de estos instrumentos legales, con sanciones
ejemplarizantes, los cuales, sumados a la acción del Ministerio del Interior,
han posibilitados que en Cuba la trata y el tráfico de menores sea prácticamente
nula. Por todo esto, Cuba se encuentra hoy entre los países con
más bajo índice de abusos contra la infancia porque existe todo un sistema de
prevención y atención a la niñez, como ha expresado recientemente la
Ministra de Justicia cubana.
Así, teniendo en cuenta los
factores que hacen de Cuba un país poco dado a la trata y tráfico de menores y
a la no violencia contra los infantes, yo sigo con mi decisión de que mis hijos
van a vivir en Cuba, van a estudiar y transitar su camino hacia la adultez en
ese país que tanto los protege.
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